Tipos que importan
Miguel Maestro
Sabe que hay tipos que importan y un día descubre que es de letras de lo que va la historia.
Emprende la aventura de pasear las horas en su busca. Las persigue: mira fachadas,
contempla cristales manchados con palabras, lee luces de colores que escriben mensajes
en el aire que hoy huele a botón de nácar de camisa de padre y a pañuelo de batista en el
que una madre con hilo y aguja estampó un nombre de punto de cruz.
Detiene el paso, observa y escucha. Suenan golpes de pecho con el paisaje de un abanico
que con su vaivén esparce el aroma de tarde envuelta en encaje de mantilla, y de tierna
mañana de zapatitos tejidos con perlé.
Sobre la memoria sopla la deliciosa brisa de una noche acariciada por seda de fular
mientras bajo los párpados entornados por el recuerdo, se despliega el velo de tul que
cubre un tocado de blanca ceremonia.
Abre los ojos. Despierta al paisaje de puntillas de bolillos, de valencienne, de chantilly,
de blonda y de guipur de un escaparate donde centellean hebillas iluminando vestidos
bordados, cintas de raso, galones, pasadores de concha, flecos, plumas y otros alamares
con los que ataviar una fiesta… Y adivina que tras el cristal, adherida al mostrador, una cinta
métrica parece ahora medir el tiempo.
Da un paso adelante y atraviesa una puerta con dintel de cristal sobre el que ayer alguien
pintó ‘Mercería’ para que hoy un espacio lleno de arte siga luciendo el mismo nombre.
Es un rótulo. Es un universo de emociones, un retrato de rostros, pura vida.
Pobre de mí, yo que pensaba que sólo era un letrero.
Laura Garcés.